Al día siguiente apareció la primera señal concreta de peligro. Tres guerreros se aproximaron y les preguntaron qué estaban haciendo por allí.
- Vine a cazar con mi halcón - repuso el Alquimista.
- Tenemos que registrarlos para comprobar que no llevan armas -dijo uno de los guerreros.
El Alquimista desmontó con calma de su caballo. El chico hizo lo mismo.
- ¿ Para que llevas tanto dinero ? -preguntó el guerrero cuando vio la bolsa del muchacho.
- Para llegar a Egipto -respondió él.
El guarda que estaba registrando al Alquimista encontró un pequeño frasco de cristal lleno de líquido y un huevo de vidrio amarillento, poco mayor que un huevo de gallina.
- ¿ Qué es esto ? -inquirió.
- Es la Piedra Filosofal y el Elixir de la Larga Vida. Es la gran Obra de los Alquimistas. Quien tome de este elixir jamás caerá enfermo, y una partícula de esta piedra transforma cualquier metal en oro.
Los guardas rieron a más no poder, y el Alquimista rió con ellos.
Les había hecho mucha gracia la respuesta, y lo dejaron partir sin mayores contratiempos con todas sus pertenencias.
- ¿ Está usted loco ? -preguntó el muchacho al Alquimista cuando ya se habían distanciado bastante-. ¿ Por qué les dijo eso ?
- Para enseñarte una simple ley del mundo -repuso el Alquimista-.
Cuando tenemos los grandes tesoros delante de nosotros, nunca los reconocemos.
¿ Y sabes por qué ? Porque los hombres no creen en los tesoros.
Extraído de “El Alquimista” de Paulo Coelho.
domingo, 13 de diciembre de 2009
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Hola Pablo!!! Cómo estás? Hace poco tiempo leí este libro en forma virtual, me encanto!!Fui a la librería y me lo compre para que ande dando vueltas en mi casa y cuando mis hijos sean un poco más grandes, lo puedan ver y leer.Muy lindo tú nuevo espacio!!!!
ResponderEliminarHola Javier ! Tanto tiempo ! ¿ Como van tus cosas ? Me alegro que te guste este nuevo blog. De a poco va creciendo ! Abrazo !
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