domingo, 29 de agosto de 2010

Gardel

El más modesto pucherete hecho por sus manos, vale más y es más sabroso que el más caro de los platos del mejor de los hoteles del mundo... Son muy agradables los aplausos del público, pero ¿ de qué valen ?, al lado de un "¡ Has cantado muy bien !", de la viejecita...
Mi madre siempre tiene preferencia en todo, y por eso, cada vez que vengo a Buenos Aires, estoy al lado de ella.

Hay algo en mí que vibra al sonido de las palabras que me son familiares, que están hondamente arraigadas en lo más íntimo de mi ser; palabras que aprendí en mi niñez, que tienen el significado de cosas muy nuestras, imposible de transmitir... El idioma, señores, es el español... O mejor aún, el porteño. La pregunta: ¿ me quieres ? No contiene para mí la emoción que se vuelca en la misma pregunta porteña: ¿ me querés ? El pronombre vos, en lugar de tú; el verbo vení en lugar de ven... ¡ Qué pena, amigos, que no pueda satisfacer sus deseos ! ¡ Yo sé cantar solamente en criollo !

No basta con tener la voz más melodiosa para entonar un tango. No. Hay que sentirlo, además. Hay que vivir su espíritu.

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